Adriana Esther
Sánchez nos ayuda a través de su reflexión personal a tomar conciencia de cómo
podemos cada uno de nosotros ayudar a cuidar nuestro planeta y reconocer la
dignidad de todas las personas que en él habitamos. El consumo responsable, reducir nuestra huella hídrica y la igualdad y justicia entre países se hacen imprescindibles para hacer del mundo un lugar mejor y para todos.
“Nuestro sistema económico favorece un consumo excesivo. La publicidad nos empuja a adquirir productos que quizás no necesitemos. Nos hemos acostumbrado a comprar, usar y tirar.
Vivimos en un mundo en el que todo se compra y se vende, las vidas humanas, los recursos naturales, el agua, el aire… Es un mundo en el que el pez grande se come al pez pequeño, y toleramos que personas y empresas impongan su voluntad sin tener en cuenta el desarrollo de un país, la vida de las personas, el futuro y el cuidado de las nuevas generaciones, y el planeta que les vamos a dejar. Tenemos que entender que la vida es un ciclo, y todo lo que le demos a la naturaleza, la naturaleza nos lo devolverá a nosotros. Tenemos que empezar por tener un consumo responsable dejando atrás el consumismo desenfrenado que nos lleva a agotar recursos naturales y contaminar el planeta.
Un consumo justo cuidando las condiciones laborales dignas y el respeto al medio ambiente en el que se garantice una dignidad salarial, igualdad entre hombres y mujeres, y la anulación de la explotación infantil, garantizarán la supervivencia de muchos países y el cuidado de sus recursos naturales para que puedan llegar a un equilibrio económico y no necesiten tantos créditos, y de esta manera, reducir la deuda externa.
Las personas son el principal recurso de un país, y después, hay que producir, teniendo en cuenta el cuidado de los recursos naturales, sobre todo del agua, que es tan necesaria para los pueblos nativos como para las empresas que llegan. Toda empresa que se implanta en un país, se le debe exigir el cuidado de las personas y de los recursos naturales y para eso debemos optar por las energías renovables para poder conservar la flora y la fauna de cada lugar, de cada pueblo.
Debemos aprender a apreciar la belleza de lo que se nos ha sido regalado, aprender a cuidarla y respetarla, de esta manera podremos aprovechar más todos los recursos que nos ofrece y poder convivir sin poner en riesgo la vida de otros. Por eso todos debemos colaborar y tratar de dejar el mundo en mejores condiciones de las que tenía cuando llegamos a él. De esta manera, las futuras generaciones tendrán un planeta mejor y ellos a su vez lo mejorarán más de lo que nosotros pudimos hacer.”

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